Casi todas las personas, piden algún deseo para comenzar un año nuevo,
como mínimo que el año que comienza sea como el anterior, que no sea peor.
La verdad, parece que nos conformamos con poco, pero sólo cuando le vemos
las orejas al lobo.
Puestos a desear, también podríamos pedir, poder vivir en un planeta más
habitable, más natural, con un aíre más puro, menos contaminado, con una
adecuación de los recursos más sostenible, más en consonancia con
las necesidades y no con los caprichos, menos consumista...
Y podríamos pedir, también, vivir en un entorno menos agresivo, más
solidario y cooperativo, con más humanidad y menos competitividad,
y también, por qué no, podríamos pedir menos política en nuestras vidas,
que me parece que es otro de los males que aquejan a nuestra sociedad,
pues ni sirve ni nos sirve.
Menos mentiras, menos manipulación y más altruísmo, menos insultos
y más respeto, más preocupación por los demás y más empatía, y la capacidad
de escuchar en lugar de tanta palabrería, palabras vacías que no dicen nada.
Uno de los derechos que deberían hacerse realidad, para todas las personas,
es el de la felicidad. Una búsqueda incansable de todo ser humano y que
sólo encuentra trabas.
Si algo nos iguala en esta vida es, que venimos llorando al mundo y nos vamos
cerrando los ojos sin posibilidad de comprar más tiempo que el que tenemos
otorgado.
Seamos felices pues, y ayudémonos unos a otros a lograrlo en este planeta
tan maravilloso que cada vez es menos verde y azul, pero que tal vez, aún
estamos a tiempo de que no pierda su color.
Tal vez, todo esto resulte utópico, pero es necesario desear lo imposible para
conseguir, aunque sea, tan sólo un poco de todo esto.
© José L. Asensi 07/01/2021
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